En asuntos de amantes y amores las mujeres, al menos, nos enfrascamos en extenuantes tinglados mentales: qué pensará (puede incluir "de mí"), habré hecho bien, le gustaré, se lo digo, lo llamo, y si se piensa que, pero es que, pues parece, qué habrá querido decir, le digo que sí...
Es insoportable, insufrible. ¿Eso es liberación femenina? No se trata de llevar el luminoso libre u ocupada en la frente; no se trata de sonreír y mover las pestañas y las caderas, y colocarse el miriñaque para captar su atención; tampoco de abordar al otro y vomitarle nuestra querencia.
Lo inteligente, lo valiente, lo cabal, lo sano pasaría por: oye, me gustas hasta aquí o hasta allá, qué te parece, qué piensas... Sin más cábalas, sin más dramas.
Cuánto daño ha hecho el amor platónico, el amor cortés, el romanticismo mal entendido, los culebrones, las religiones y hasta la panacea de la autovalorada autoestima: "él se lo pierde". No, perdona; está claro que yo valgo por mí misma, pero la que pierda ante un no, soy yo. Tampoco se hunde el mundo ante mis pies y al menos se acabó el "vivo sin vivir en mí" y el "tan alta vida espero", pues habré ganado una certeza.
Así que, oye, qué te parece si...
VERA
Más dalo ha hecho Hollywood con sus amores perfectos de 120 minutos.
ResponderEliminarUn cálido saludo.
Totalmente de acuerdo... ¿y qué me dices de Disney?
ResponderEliminarGracias por el paseo.
Muy bueno el blog.
ResponderEliminar