Has venido a mí, y te sabía. Eras la miel, ahora el daño, encadenado como la espina a la rosa, como el dolor a la herida, como la sed al agua. Has venido a mí y te sabía tacto de pluma y zarza, fragilidad de la luz, consistencia de la sombra.
Tocas lo más dulce de mí y lo más amargo.
Soledad, en cada rincón de mí te encuentro agazapada, los colmillos tules, como el tierno cachorro al que mimé y ha venido a devorarme.
JUAN CARLOS FRIEBE
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