Hace poco tiempo que Manuel no está, pero la otra noche, mientras la ciudad dormía, alguien se acercaba a mi oído susurrándome con sigilo:
- ¡Oreja, oreja, oreja, despierta dormilón. Hoy te toca a ti ir a comprar el pan...
Oreja y mono, mono y oreja. Eternamente unidos a una misma matriz. Ahora más que nunca desearía ser peter pan y dejar que el tiempo pasase tal cual.
Pero las manecillas del reloj volverán a dar la hora, precisa y exacta, como la música que muere en una caracola. Y el tintineo de las campanas tamizará nuestra percepción del sueño, de cada uno de los recuerdos que muta en realidad y parece resurgir de las tinieblas.
Sí. Todo lo que usted quiere saber sobre la muerte es secillamente inútil. A todos esos no les queda nada más que eso, existencia. Y es mucho, precisamente, vivir par contarlo.
Manuel es un fuera de serie. Un tipo abiertamente vital que desgrana su sabiduría en la más sensata de todas, la de la calle y los amigos. Me hubiera gustado verlo crecer, aprender más de él. Y lo hago, y lo haré cotidianamente porque siento que me sonríe cuando abro la ventana...
de PEDRO CHINCOA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
pasearon por aquí